En el volumen de hoy de  “Canciones de amor a quemarropa” tenemos a Maddalen (para una servidora es Maia o la chica de los eternos labios rojos). Esta norteña mía también fue una de mis víctimas de “Colecciono placeres”, aquí los podéis volver a leer. Ella siempre tiene un sí rotundo a todas mis proposiciones, sean del tipo que sean, es deslizar una notita en su buzón y con la alegría que le caracteriza su respuesta es inmediata: “POR SUPUESTO, my lady”. Así da gusto tener amigas.

Como decía Rob “Hacer una lista de reproducción es un arte delicado” y si encima tenemos que hablar de amor es para subirse por las paredes. Pero Maia es una mujer con las ideas claras, los sentimientos claros y sin pestañear me enmarcó sus cinco elegidas.

Esta es su nota:

“Pensaba que lo de ponerme a enumerar canciones de (des)amor y quedarme solo con cinco se me iba a hacer más complicado, siempre tuve un repertorio variado cuando me ponía delante del espejo de mi habitación haciendo playback con todo el sentimiento para superar cualquier rechazo amoroso. Pero después de medio minuto de caos mental, se me fueron ordenando las prioridades: baladas las justas y un orden que contara algo.

Y como quien sabe a dónde quiere llegar, lo primero fue el final, por Ojalá de Silvio Rodriguez fue nuestro cierre de bares oficial, aquel con el que terminaba la noche y en el que volcábamos todos nuestros lamentos amorosos post-adolescentes que parecían no tener fin cuando con el corazón en un puño y el rimmel corrido (simplemente porque eran las cuatro de la mañana y no por dramas mayores) gritábamos aquello de “…ojalá se te acabe la mirada constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta. Ojalá pase algo que te borre de pronto, una luz cegadora, un disparo de nieve…”. Dicen que Silvio hablaba de Fidel Castro, para nosotras todo despecho se centraba en algún susodicho que seguramente estaba en la esquina contraria del mismo bar.

Y del final al inicio, porque para que fuera apoteósico había que empezar bien arriba, ¿habla de amor La luna me sabe a poco de Marea? Siempre me he perdido un poco en el hilo narrativo entre tanta cenefa y alicatado, pero qué más da, esos primeros acordes ya están llenos de promesas.

Sabina tenía que estar porque siempre ha estado, en cassette, en CD y ahora en Spotify. Pensé en Peor para el sol, en el Y sin embargo que ya eligió Vero… hasta en la Magdalena que siempre me ha hecho una gracia especial por razones obvias. Pero me decanté por la madurez y la serenidad de Rosa de Lima, con ese “horizontal seis letras, nombre de dama” que ya vamos teniendo una edad.

Y pasando por Esta Noche de Nena Daconte, pocas canciones que capturen tan bien la esencia de que algo ya te da igual. Sabes que el fin está cerca pero tampoco te hiere demasiado. Lo justo para estar dolida, para que quieras que te besen como si conocieran cada uno de tus besos, porque llevas demasiado tiempo sintiéndote indiferente y empiezas a coger impulso para resurgir de tus cenizas.

Que luego puede que lo eches de menos y que hasta el color de la cerveza te recuerde aquello que quieres olvidar. Porque eso también pasa y es tan jodido que canciones como Stanby de Extremoduro al menos te dan una palmadita en la espalda como apoyo moral.”

Se metió tanto en el papel (imagino que igual que frente al espejo cantándolas) que hasta realizó una historia con todas ellas, desde los inicios (esos dulces inicios que solo ella los puede vestir pisando el acelerador con Marea) hasta ese final lleno de despecho con el que nos pinta Ojalá.

Este es su cuadro, las cinco canciones que ella grabaría en ese casete:

Qué verdadero placer tenerla por aquí, como siempre.

Disfruten de su versión del (des)amor,

Verónica

 

 

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