Llueve. Hace frío. Este largo invierno no nos da tregua. Mientras llega la ansiada primavera y vemos llover tras la ventana he buscado entre mis bolsillos remedios para hacerlo más llevadero.
Disparo:
Acurrucarse A la orilla de la chimenea:
“Puedo ponerme humilde y decir
Que no soy el mejor, que me falta valor
Para atarte a mi cama
Puedo ponerme digno y decir
Toma mi dirección, cuando te hartes de amores baratos
De un rato, me llamas”
¡Bum!
Hacer las presentaciones oportunas de “La fiera de mi niña” a Martín, preparar un castigo a la altura si me la tira por la cabeza. Cambiar La fiera de mi niña por esa película que necesitáis que alguien querido la ame como vosotros lo hacéis. Tenéis mi consentimiento para darle su merecido si no les gusta (u osan bostezar).
Leer a Sándor Márai. Yo fui (soy y seré) una apasionada de Márai. Hasta la extenuación. Mis pasiones no tienen medida y leí toda su obra tras caer en mis manos La mujer justa hace demasiados años. Puedo poner en duda si es su mejor libro pero lo que no puedo poner en tela de juicio es que yo siento una especial debilidad hacia él por amores propios. Nosotros y nuestras circunstancias.
Yo empezaría por La amante de Bolzano, el húngaro es uno de los maestros en tratar los amores a tres bandas, sólo utilizaré la sinopsis para convenceros:
“Márai escoge un personaje histórico como Giacomo Casanova para el desarrollo de la narración (el famoso gentilhombre veneciano representa el arquetipo del aventurero intrépido, amoral y sin escrúpulos, un símbolo del hombre que, en su afán por encontrar la felicidad, destruye los medios para alcanzarla). Fugitivo de la justicia, Casanova se refugia en Bolzano, ciudad donde reside la única mujer que ha amado en toda su vida. Pese a los años transcurridos desde que perdió a Francesca en un duelo con el conde de Parma, el gran seductor nunca ha podido desprenderse del anhelo de poseer a la otrora bellísima joven. Ahora, el destino pone en sus manos la gran ocasión de saciar su deseo insatisfecho: el conde, viejo, cansado y temeroso de perder a su mujer, que sigue enamorada de Casanova, le ofrece dinero y libertad a cambio de decepcionar a Francesca, para lo cual el cínico y superficial mujeriego deberá, en el transcurso de unas horas, realizar la actuación más difícil de su largo historial donjuanesco. Al caer la noche, mientras Casanova se prepara para acudir al baile de máscaras, Francesca lo sorprende presentándose en su aposento. Antes del alba, con el único instrumento de un discurso sincero y apasionado, la amante ingenua despojará al curtido aventurero de todas sus máscaras, obligándolo a enfrentarse con el terror del vacío, la soledad y el exilio.”
¿Convencidos o habéis ido corriendo a buscarlo?
Ponerse las Botas de caña alta de Moss (con esa presencia arrolladora) e irse a cenar a un restaurante. Es bonito compartir abrigo para dos y pasear bajo la lluvia, no tengáis miedo a mojaros. Yo iría al nuevo restaurante que han abierto en el Borne llamado Carmina en el que reivindican la cocina tradicional, estoy en su bando para defenderla. ¡Presenten armas!
Ver Lost in translation por enésima vez. Querer ser Bob o Charlotte por vigésimo segunda vez.
“Todos queremos que nos encuentren.”
Aprender sobre un aria de La noche de Fígaro, en concreto sobre Voi che sapete che cosa è amor de Cherubino. Era un viernes lluvioso y andaba releyendo un libro del cual no diré su nombre (bajo secreto por ahora) cuando me encontré que la amada tocaba un aria y mis ansias de saber fueron a buscar quién era ese tal Cherubino y de qué opera se trataba.
Quise profundizar más y toqué la puerta de mi amigo M. (a él no le gustará que lo presente con pomposidades así que lo dejaremos en que es uno de los grandes sabedores de música clásica, entre demasiadas virtudes) para que me hablara sobre ella.
Nos dejó este mensaje:
Lo adornó con sus versiones, la “clasica”:
Y la versión en la que “crece” el adolescente: empieza nervioso, torpe, dubitativo y acab seguro, seductor y bello:
De postre nos deja la “transformación” en el escenario:
Podría seguir diciendo… Tomarse una copa de vino porque sí, porque no se necesitan motivos. Leer para pasarse el examen de la próxima tertulia. Charlar con una amiga hasta desgastar todos esos temas que habéis tratado una y otra vez. Refugiarse en esa serie que no te hace pensar pero sí reír. Contagiar tu entusiasmo. Soñar con un barco de vela para ese verano que se hará de rogar. Cambiar de deseos y no intentar cambiar el mundo. Hacer belleza. Cenar anchoas y cava. Elegir cinco cuadros de un museo y aprender sobre ellos. Atreverte a quererle. Ser rock’n’roll. No querer ser perfecto, es una pérdida de tiempo. Y esperar que llegue la primavera, porque como dice Milena “Todo el mundo sabe que el año, y seguramente la vida, empiezan en primavera”.
¿Sigo?
Verónica